7.02.2008

Premia asociación de EU promoción de la lectura en comunidades de migrantes

Por una labor de siete años en las comunidades de migrantes mexicanos en Estados Unidos, donde la promoción de la lectura ha sido la vía de acceso a otros problemas sociales, la asociación Access Leadership in Community Service otorgó el primer Premio Toribio Romo a Araceli Calderón, quien ha desarrollado programas de la Secretaría de Cultura de Michoacán en la Unión Americana tal como el que muestra sus frutos en el libro Sueños, edición en español, inglés y purépecha que reúne testimonios de hijos de migrantes en ambos lados de la frontera y que será presentado en Morelia el próximo 11 de julio.
A propósito de haber recibido en San Diego el premio que lleva el nombre del que es conocido como Santo Patrono de los migrantes mexicanos, Araceli Calderón compartió un recuento de la labor realizada durante siete años entre padres de familia, niños, estudiantes de primaria y preparatoria, educadores y familias migrantes que laboran en el sector agrícola.

En el trabajo que ha realizado en Davis, San Diego, Chicago, Nevada, Texas y Yakima, la recuperación de las tradiciones y el fomento a la lectura le abrieron el abanico de una serie de problemas sociales que enfrentan las familias de migrantes que como señaló: “tienen otras prioridades antes de llegar a la lectura como es la información; entonces, mi enfoque ha sido trabajar totalmente con las escuelas porque las leyes educativas cambian constantemente. Hay padres que no saben que, aunque sean ilegales, pueden llevar a sus hijos a las escuelas públicas; aún así, hay escuelas que sí piden los papeles y eso es ilegal. Hay mucha gente que hace labor social; entonces, me he involucrado con ellos y siempre doy talleres de lectura vinculados con distritos escolares, pero antes de llegar a la lectura les damos información a los padres de familia”.
Con esa labor ha quedado claro para Araceli Calderón que la lectura no sólo dignifica al individuo, sino que también incide en la realidad social, ya que ha sido la punta de lanza para vincularse con grupos de mujeres en situación de violencia intrafamiliar y con pandillas que nutren sus filas de migrantes mexicanos, ya que como ella explica: “Muchos muchachos mexicanos que sienten que no participan de ningún grupo se muestran atraídos por aquellos donde se sienten como en familia; de hecho, hay una pandilla que se llama La familia. En la etapa de la high school es donde más sienten que no pertenecen a ningún grupo”.

Los altos costos de la educación universitaria también son un factor que determina la segregación de los migrantes. Agregó que el retraso escolar que acusan los hijos de migrantes se deriva también del estatus legal que tienen en Estados Unidos, y para hablar en concreto se refirió a los hijos de emigrantes que obtienen papeles de trabajadores agrícolas; es decir, que sólo pueden permanecer en territorio estadunidense durante periodos de seis meses y después regresar a sus lugares de origen. Sus hijos no son aceptados en las escuelas mexicanas, por lo que al volver a Estados Unidos muestran un retraso considerable respecto del resto de los alumnos, el cual resulta muy difícil librar por medio de programas de regularización. “El sueño americano de las familias es que sus hijos concluyan la universidad o incluso que salgan de la preparatoria”.

Es en los talleres de fomento a la lectura que Araceli Calderón también ha podido percibir el paulatino problema de la pérdida de la lengua de sus padres, y al respecto comentó: “tú llegas a determinado grupo y los niños te hablan un español que tenemos nosotros en las comunidades. En estos niños, sus papás decidieron que mejor aprendieran el inglés por considerarlo más práctico y que no sufran lo que ellos. Así se forma un círculo vicioso: los papás aprendieron cosas muy básicas en inglés, los niños se van acostumbrando al inglés de la escuela y en su casa dejan de hablar en español; entonces, hablan en inglés a los papás y ellos les contestan en español. Este proceso de comunicación deriva en que los niños no se sienten parte de nada, se sienten totalmente desarraigados y les atraen las pandillas. Llega un momento en el que no quieren hablar nada de español. Entonces, he tenido que alfabetizarlos, más que promover la lectura, porque se les enseña cómo se pronuncia el abecedario y a reconocer las letras con su pronunciación en español”.
Esas vivencias y vicisitudes de ser migrantes encuentran expresión directa en el libro Sueños, editado por la Secretaría de Cultura en español, purépecha e inglés. En esta publicación, niños hijos de migrantes en Estados Unidos y Michoacán comparten sus apreciaciones del fenómeno de la migración a través de cuentos y pinturas.
nota de la Jornada Michoacán

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