Para ello es importante que los interesados tramiten una cita para presentar sus papeles en la Embajada de España o el consulado durante hoy y mañana.
La ley, también conocida como la “Ley de Nietos”, es también una oportunidad para los descendientes de españoles de obtener la ciudadanía de aquél país. A tal punto que al 31 de marzo de 2011, un total de 321.623 solicitudes de nacionalidad se habían presentado, se se aprobaron 187.076 y se habían expedido 125.609 pasaportes, se informó.
La ley establece que: “Las personas cuyo padre o madre hubiese sido originariamente español podrán optar a la nacionalidad española de origen” y también que “este derecho también se reconocerá a los nietos de quienes perdieron o tuvieron que renunciar a la nacionalidad española como consecuencia del exilio”
12.27.2011
Hoy, último día para solicitar la nacionalidad española por Ley de Memoria Histórica
En apenas unos años, y propiciado por la crisis económica, España ha pasado de ser un país receptor de inmigrantes, a un país de emigrantes.
La sociedad española ha decidido irse al extranjero para buscar una mejor oportunidad laboral, de la misma forma que lo han hecho durante estos años atrás cientos de miles de extranjeros, en su mayoría latinoamericanos, que buscaban una oportunidad en España.
Y aunque es cierto que la mayoría de los emigrantes españoles decidirá países europeos como destino principal, en los que tenemos libertad para residir y trabajar, no es menos cierto que, a los ojos de los ciudadanos de esos países seremos, auténticos inmigrantes, personal laboral dispuesto a ocupar puestos de trabajo para los que no existe mano de obra en el país de destino, trabajadores ocasionales buscando una oportunidad que en España a día de hoy no existe.
¿y qué diferencia hay entre los que han llegado a España y los que ahora buscamos oportunidades en otros países? Ninguna o casi ninguna.
Ahora es momento de pensar y mirar atrás, de reflexionar en el trato que hemos dado a muchos de los que antes venían aquí a buscarse la vida y pensar en el que queremos que nos den en el extranjero.
España, país de emigrantes… algunos de esos que rechazan la inmigración es posible que se conviertan ahora en emigrantes españoles.
Deseo lo mejor para ellos. Sin rencor.
de Parainmigrantes.info
12.26.2011
MIgrar migrar migrar...otra vez.
LOLA HUETE MACHADO para El País
Giro de 180 grados. En esta década, la emigración volverá a superar a la inmigración en España. Según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), cada año se marcharán medio millón de personas por la falta de trabajo y perspectivas. En torno al 10%, españoles. Ponemos cara a esas cifras. Los protagonistas de estas páginas traen de nuevo la sombra de aquellos padres y abuelos con las maletas rumbo a América, Inglaterra, Alemania
Partir es morir un poco. Dejar atrás la familia de uno, los amigos de uno, el barrio de uno, la ciudad de uno... Decidirlo. Cargar la maleta. Cerrar las puertas de la casa de uno (si es que tiene) para abrir otra (si es que la consigue) de la que aún no se tiene llave. Decir basta y marchar voluntariamente y/o por necesidad. Hay mil razones ahora en España: por falta de trabajo, de oportunidad, y hasta por desilusión y decepción sociopolítica. "El país propio deja de ser de algún modo el país apropiado, deja de ser opción", dice Mónica Muriana, periodista, aquí retratada junto a su joven familia, pensando ya en abandonar el lugar en que vive.
Y uno se va. Las ilusiones perdidas, titulaba Concha Caballero, profesora de literatura y exportavoz de IU en el Parlamento andaluz, un artículo en EL PAÍS: "No hay estadísticas oficiales sobre ellos. Nadie sabe cuántos son ni adónde se dirigen. No se agrupan bajo el nombre oficial de emigrantes. Son, más bien, una microhistoria que se cuenta entre amigos y familiares. 'Mi hija está en Berlín', 'Se ha marchado a Montpellier', 'Se fue a Dubai', son frases que escuchamos sin reparar en el significado exacto que comportan. Escapan a las estadísticas de la emigración porque suelen tener un nivel alto de estudios y no se corresponden con el perfil típico de lo que pensamos que es un emigrante. Quizá en las cuentas oficiales figuren como residentes en el extranjero, pero deberían aparecer como nuevos exiliados producto de la ceguera de nuestro país".
Nuevos exiliados. Como las personas que aparecen en estas páginas. Y muchos otros. Jóvenes y no tanto. Un goteo desde que comenzó la crisis que no tiene número concreto. Solo estimación estadística y mucho eco, en la calle y en la prensa: Generación noqueada, tituló ya en 2010 El País Semanal, viéndolo venir. O esta noticia: Necesitamos 200.000 extranjeros. La canciller alemana creó a principios de año grandes expectativas al anunciar su intención de contratar mano de obra cualificada en España. Una más: Récord de emigrantes en Inglaterra: "12,6% de españoles más allí en 2010-2011. Jóvenes parados emigrantes de ida y vuelta: mientras el Gobierno de Merkel necesita cubrir 800.000 puestos de trabajo, David Cameron se ve comprometido con la llegada en un año de 25.000 españoles...".
Así, los emigrantes económicos vuelven a ser una realidad en España (lo fueron durante todo el siglo XX y dejaron de serlo a finales de los ochenta). Nadie lo hubiera creído hace apenas un lustro. La prueba: revisando la hemeroteca, ahora que El País Semanal acaba de cumplir 35 años, encontramos en el Extra del 30º aniversario, publicado en mayo de 2006, que una de las historias incluidas en él se titulaba Cómo hemos cambiado: "La inmigración ha cambiado el perfil del español del siglo XXI. De pocos (33 millones) e iguales hemos pasado a ser más (44 millones), más heterogéneos y multiculturales. Marroquíes, ecuatorianos, rumanos o asiáticos conforman un país nuevo". Y en ese mismo texto se citaba un editorial de este periódico en 2002 titulado Gracias por venir: "El primer bien de un país es su población. Y esta depende cada vez menos del lugar de nacimiento. Somos más gracias a los demás. En esta España que envejece, la inmigración cae como agua de mayo".
País de inmigrantes éramos hace nada y somos de hecho hoy: España ocupa el puesto número ocho en el top ten de países con mayor número de inmigrantes internacionales según el MPI (Migration Policy Institute) en 2010. La población extranjera suma 5,7 millones de personas, en un continente, Europa, que, según advertencia de la Comisión Europea, tendrá en 2050 un déficit de 100 millones de trabajadores y que necesitará alrededor de 20 millones altamente cualificados en las próximas dos décadas.
Pero la reciente Proyección de la población de España a corto plazo 2011-2021, del Instituto Nacional de Estadística (INE), ha dado el dato, la alarma que marca el comienzo del giro del péndulo: si se mantienen las tendencias actuales, la población española se reduciría hasta los 45,6 millones en 10 años. Se registrarán un 18,1% menos de nacimientos y un 9,7% más de muertes que en 2010. También el saldo migratorio será negativo a partir de 2011, ya que el número de 450.000 inmigrantes nuevos se verá compensado por la marcha al extranjero de 580.850 personas.
Ante la posibilidad futura, alarmas encendidas.
Pero aunque el asunto está en la calle, en las tertulias, en las casas..., aún no hay datos ciertos de las dimensiones de este movimiento de salida de personas, y sí dificultades en su cuantificación, cuenta, entre curso y curso, la demógrafa Amparo González Ferrer, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): "La mejor aproximación al fenómeno de la emigración de españoles que huyen de la crisis es la Estadística de Variaciones Residenciales (EVR), en la que se registran las bajas que se producen en los padrones de los municipios por cambio de residencia al exterior". Pero hay otras como el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero, según el cual el número de españoles residentes en el exterior aumentó en 102.432 personas de 2009 a 2010, y en 128.655 de 2010 a 2011, un crecimiento que estaría matizado por las nacionalizaciones de españoles vía Ley de Memoria Histórica y el Censo Electoral de Residentes Ausentes. Ninguna de ellas, dice, lo mide bien. "Se mide mal, porque en muchos casos es fácil vivir como comunitario en otros países de la UE sin tener que registrarse en el Consulado español. Aunque el stock de españoles que residen en el extranjero es, efectivamente, mayor que el que reflejan las cifras... Sabemos que no todos se registran, pero también que no hay motivos para que ahora se registre más gente que hace tres años, pues los incentivos para hacerlo no han cambiado mucho. Por tanto, sí podemos creer que ha aumentado algo la salida de españoles".
Partir. A Mónica y su familia, los Bezanilla, y al resto de elegidos para este reportaje, les cuesta la decisión. ¿Las razones para salir? En su caso: paro de ambos, precariedad en las pocas ofertas que encuentran, políticas educativas que consideran nefastas y afectan a sus dos hijas, recortes sociales que también. Se quieren ir porque la decepción, una u otra, planea sobre el horizonte cotidiano y sobre su futuro. No hay trabajo, cinco millones de desempleados en las últimas cifras; ninguna perspectiva de encontrar un puesto digno en un universo de mileuristas que se fue instalando como natural en época de vacas gordas y que ahora, que son escuálidas, amenaza con convertirse en moneda común. España tiene los jóvenes más preparados, peor pagados y más parados de Europa.
"Un goteo incesante de savia nueva que sale sin ruido de nuestro país, desmintiendo la vieja quimera de que la historia es un caudal continuo de mejoras", sigue Caballero en el artículo citado al inicio. "Aparentemente nadie se escandaliza por esta fuga de cerebros, lenta pero inexorable... No son, como dicen, una generación perdida para ellos mismos. No son los socorridos ni-ni que sirven para culpar a la juventud de su falta de empleo. Son una generación perdida para nuestro país y para nuestro futuro. Un tremendo error que pagaremos muy caro en forma de atraso, de empobrecimiento intelectual y técnico. Aunque todavía no lo sepamos".
No es la primera vez. Los movimientos migratorios en España son un clásico: por nuestra situación geográfica y económica, por nuestra convulsión política. Fuimos emigrantes a lo largo de la historia. Partir se titula un documental de Eduardo Margareto que se presentó en el último festival de cine de Valladolid y que describe la emigración a Cuba en la segunda mitad del siglo XIX, cuando miles de españoles escaparon del hambre, de la posibilidad de ser enviados a la guerra con Marruecos...
La catedrática de Historia Josefa Otero Ochaíta cuenta la mar de bien estos vaivenes migratorios, puesto que se los trabajó a conciencia como metodología de estudio para sus alumnos: Emigrantes-inmigrantes. Movimientos migratorios en la España del siglo XX, lo tituló. Y dice que le gustaría poder actualizar ahora, dados los cambios últimos en la materia. "Entre 1900 y 1930 emigraron algo más de tres millones de españoles, según las cifras oficiales, aunque las investigaciones recientes calculan que alcanzarían los cuatro millones y medio debido a la emigración clandestina, para no cumplir el servicio militar o evitar pagar las tasas de salida. Utilizaban dos fórmulas para evitar el control del Gobierno: salir por un puerto extranjero o embarcarse en alta mar, lo cual hacían muchos canarios, asturianos y gallegos", cuenta. Durante la Primera Guerra Mundial, los españoles preferían irse a Francia. Y tras ella volvieron de nuevo sus ojos hacia América: Cuba, Brasil y Argentina, especialmente. Argelia era, sin embargo, donde más: se adelantaban las cosechas de cereales y hasta allá cruzaban los temporeros.
Cuenta también Otero cómo la guerra civil modificó estas tendencias migratorias en cadena. Y cómo fue una sangría el exilio: "La principal consecuencia fue la pérdida de una generación, considerada como la mejor formada de España después de la del Siglo de Oro. Se exiliaron científicos, escritores, sanitarios, educadores, políticos democráticos, y en consecuencia: retraso económico, científico y cultural". Un tiempo del que León Felipe escribía: "Franco, tuya es la hacienda, la casa, el caballo y la pistola. Mía es la voz antigua de la tierra. Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo... Mas yo te dejo mudo... ¡mudo! Y ¿cómo vas a recoger el trigo y a alimentar el fuego si yo me llevo la canción?".
Y 'El tren de la memoria' tituló Marta Arribas su película, que fue premio del jurado del Festival de Málaga. En él se ven maletas, muchas maletas atadas con cuerdas, trenes repletos y miradas perdidas, hombres en su mayoría que partían a Alemania, Francia o Suiza en los años sesenta a trabajar según la necesidad de mano de obra barata. ¿Profesión? "Labrador". ¿Profesión? "Minero", se oye... Arribas eligió mujeres para su película. "La idea nació del contraste entre la inmigración de hoy y la nuestra de ayer, salir con contrato o venir buscando lo que sea, a la intemperie", nos contaba la realizadora hace poco en Sevilla. Dio con la protagonista, Josefina Cembrero, que había salido a principios de los sesenta, con 18 años, hacia Nuremberg (Alemania), y retornó dos décadas después. El filme es un viaje en tren rememorando el pasado para descubrir que no todo fue lo idílico que lo pintaron: "Llegar, integrarse, la barrera del idioma; intentar conseguir dinero para la familia y pintarlo todo luminoso para que nadie sepa que te va mal". También la dureza de las ausencias, las familias dejadas atrás, los hijos que con los años dejan de serlo, los padres envejecidos, y el choque ya del retorno, imposible volver a ser ya de ningún lado, en realidad. Entre 1959 y 1973 emigraron al continente europeo un millón de personas, en un movimiento de carácter económico. Europa crecía. Muchos se quedaron. Millón y medio aún siguen fuera; donde más, en Argentina, Francia, Venezuela y Alemania.
Sin ser aquello, legiones de amigos y/o conocidos, bien formados, desocupados, andan preguntando hoy aquí y allá (mucho en las redes sociales) por opciones de trabajo en Alemania, por ejemplo, país no afectado brutalmente por la crisis última, pero también por América y Asia. Profesionales que buscan fuera lo que escasea dentro, mientras las empresas de recursos humanos y de trabajo temporal no dan abasto: las solicitudes para trabajar en el extranjero se duplican, dicen en Adecco.
Ingenieros, técnicos, personal sanitario e investigadores que desean trabajar en lo suyo son los que más se están marchando, señala Virginia Collera en los perfiles que ha buscado a través de la red europea Eures, que tiene acuerdos firmados entre los servicios públicos de empleo de España y Alemania, y de agencias de trabajo temporal. Pero también hay albañiles en busca de tareas adecuadas que aquí, tras romperse la burbuja inmobiliaria, se volatilizaron, y hasta una profesora que para saber exactamente el lugar de Corea del Sur donde estará su vida próxima hubo de mirar en un mapa. "Buscan dignidad laboral", resume Collera.
"La tradicional alergia del trabajador español a la movilidad geográfica comienza a diluirse", dicen en el análisis de los resultados de la última oleada del Global Talente Mobility Study (GTMS), recién publicada y realizada por The Network que incluye más de 50 portales de empleo. Un 64% de españoles que buscan empleo reconoce que estaría dispuesto a irse por necesidad. "Mejorar las oportunidades profesionales y la difícil situación por la que atraviesa la economía española son los principales motivos. Tener un mejor nivel de vida, ampliar experiencia y aprender un idioma son otras de las causas señaladas". Quieren hacer las maletas, pero no a cualquier precio: lo harán si obtienen buen sueldo (la mitad) y buenas condiciones laborales y sociales (41%). El 62% se conforma con un contrato temporal. De hecho, el 47% de los que buscan trabajo estaría dispuesto a irse durante más de cinco años si las condiciones fueran positivas sin más. ¿Dónde? "Hay cambios significativos... Alemania (55%) y Reino Unido (46%)".
Para la demógrafa González Ferrer, dado el perfil de la crisis, este movimiento de población que se está viviendo será duradero: "Aunque es difícil precisar su magnitud, creo que durará por al menos dos motivos. Uno, porque todo indica que la crisis será larga y es indudable que la grave situación económica que atraviesa España y el alto desempleo son un factor clave en la gestación de este movimiento de salida. Y otro, porque el desempleo generado por la recesión se ceba con las personas extranjeras y, seguramente también, con las de origen extranjero, incluso si se han naturalizado y adquirido la nacionalidad. Para estas personas, el retorno a sus países de origen es siempre una opción abierta".
Partir es morir un poco, se dice en Latinoamérica. Todos, sea cual sea el género y la condición, sufren con la decisión. Y esto hasta tiene su nombre de síndrome: el de Ulises, lo llaman. "Emigrar se está convirtiendo hoy, para millones de personas, en un proceso que posee unos niveles de estrés tan intensos que llegan a superar la capacidad de adaptación de los seres humanos", dice el psiquiatra de la Universidad Complutense Joseba Achotegui. Él y otros especialistas analizan en un volumen titulado Transitar por espacios comunes los efectos sobre la salud, el estrés y el quiebro físico y psicológico de la acción de migrar, la ruptura. Y hasta habla, en boca de Teresa del Valle, de la Universidad del País Vasco, de la existencia de otro modo de medir el tiempo: tiempo de desarraigo, lo define. "Hay características del tiempo que tienen relación con problemáticas concretas. La preparación para el cambio: la salida del lugar, el duelo. La ceremonia del adiós. El tiempo de conocer cómo navegar en los sitios. El tiempo de la nostalgia. El tiempo de los descubrimientos. El tiempo de los encuentros. El tiempo de sentirse en casa. El tiempo del recuerdo".
En el filme de Arribas, una de las mujeres emigrantes, Leonor Mediavilla, recuerda: "La llegada a aquel andén me causó una impresión tremenda. Me olvidé de mis padres, de mis hermanos, de mí misma, porque pensaba que aquello no podía ser realidad. Aquel andén estaba abarrotado de hombres, totalmente cubierto, con maletas y bultos por todos lados. No sé si fueron instantes o minutos, pero sentí vergüenza de mí misma, de verme en esa situación". Desde la psicología, dice Del Valle, se resalta la importancia del duelo, del adiós: "Hay mucho de duelo por el lugar que se abandona; en él está presente la identidad que confiere un lugar a través de sus espacios, de la gente que los llena, de memoria a través de generaciones. Ante el momento de abandonarlo se activa la memoria. Se intenta grabar lo que se ama para llevarlo consigo".
Sin ser ese tiempo dramático, lo mismo o similar cuentan ahora muchos a través de redes sociales, aquellos que desean marchar o los que ya lo hicieron. Como Pablo, participante en un foro de extranjeros en Alemania (Auswanderung Forum en 2005), que aunque escribe largo, los resume bien a todos: "La decisión de emigrar es tan personal y obedece a tantas razones que seguramente nadie entienda. Pero en lo que seguramente estaremos todos de acuerdo es en que, una vez tomada la decisión, solo queda por delante avanzar, avanzar y tratar de no mirar atrás, para no correr el riesgo de quedarnos como estatuas de sal, petrificados y sin pertenecer a ningún sitio, ni el que dejamos ni el que adoptamos".
Y sigue: "Muchas personas, por razones perfectamente comprensibles, toman el camino rápido, sin analizar a fondo la decisión de irse. Y aquí comienzan los problemas: nunca vamos a saber a ciencia cierta quién originó el rumor de que en el extranjero se hace dinero fácil, que enseguida se tienen autos, casas y el desarrollo personal-profesional tantas veces reclamado en nuestros país de origen. Primera frustración: hacerse camino en otro país, otra cultura diferente (aun en los casos de hablarse el mismo idioma), no es nada fácil. Y no es solo sentirse un sapo de otro pozo... Si emigraste comprando ese cuento del 'todo ya' y 'en un par de años me vuelvo con los bolsillos llenos, por tanto ni me interesa compartir nada de esta nueva cultura', lo vas a pasar muy mal. Si decides partir sabiendo que nada es fácil y lleva muchísimo tiempo, tanto tiempo que la mayor parte de las veces adoptas el nuevo país de por vida..., que dejarás atrás tu familia, tus amigos, tus afectos, tu lugar, que vas a llorar más de una vez solo y quizá sin liquidez; si has analizado esto y aun así decides hacerlo, entonces estás preparado para emigrar".
Historias:
Exilio en Suiza
Luis Miguel Milreis, encofrador de origen portugués, de 37 años. Trabaja desde el verano en Suiza. Llevaba dos años en paro.
Milreis siempre ha estado en tránsito: a los 18 años llegó a Extremadura porque "en Portugal no había trabajo para los jóvenes". Empezó en la construcción, lo primero que encontró, y ha trabajado en obras por toda la geografía española. "Sé lo que es estar fuera de casa, pero esto es diferente", se lamenta. Su último trabajo lo llevó a Vitoria. "Me pagaban 1.600 euros, pero después de comidas, gasolina y alojamiento me quedaban 800". Su mujer, auxiliar de enfermería, también estaba en el paro, así que en julio se marchó a Suiza. "Es muy duro estar tan lejos de la familia, es lo que más duele. Y luego está la lengua, es imposible comunicarse". Antes "tomaba por locos a los que me advertían y me decían que se iban a acabar las vacas gordas". Ahora está convencido de que "el presente va a ser mejor que el futuro". Dice que a sus dos hijos, Sergio y Milena, de 16 y 10 años, solo les pide que "estudien para que no tengan que encontrarse en esta situación".
Tierra de oportunidades
Erika Börjesson, de 29 años, de madre catalana y padre sueco, vive desde el 1 de noviembre en São Paulo. Quería cambiar de sector: abandonar la publicidad e introducirse en la gestión cultural. "Aquí ese giro suponía empezar desde cero. En Brasil, ¿quién sabe?".
"Un día me llegó un briefing de un cliente y pensé: 'a ver, ¿cuál va a ser mi aportación al mundo? ¿Vender cerveza?". Llevaba ya tres años trabajando en una agencia de publicidad y decidió que era hora de cambiar. Primero se matriculó en un máster de gestión cultural. Luego compró un billete con destino a São Paulo. ¿Su objetivo? "Aprender y coger ideas. Brasil está en auge y quería probar. Sin un plan cerrado ni calendarios". No se pone fecha de regreso, pero sabe que volverá. Incluso qué le gustaría hacer. "Siempre he querido montar algo propio, un espacio sociocultural en Barcelona" (ciudad en la que ha vivido desde los siete años). A pesar de su optimismo, es realista. "Creo que lo vamos a tener más difícil que nuestros padres, pero yo confío en mí. Creo que, si le pongo ganas, todo va a salir bien".
Familia busca su sitio
Mónica Muriana, Fernando Bezanilla y sus hijas, Valentina y Nora, aún no tienen claro cuál será su destino. Barajan Dinamarca, Brasil, Colombia... Solo saben su objetivo: "Queremos impulsar nuestras carreras y conciliar, no solo vivir para trabajar como aquí".
Este será el segundo exilio de Mónica (39 años), periodista, y Fernando (42), operador de cámara. El primero fue en 1996. Él acababa de quedarse en paro y ella había terminado la carrera y no tenía muchas expectativas laborales. Entonces se mudaron a Dublín. Su nuevo destino aún no lo han decidido. "Es distinto irse solo a irse con dos niñas". El trabajo de Mónica empezó a tambalearse cuando "dejó de dedicarle 18 horas al día" con la llegada de Valentina (4 años) y Nora (1). Ahora encadena trabajos eventuales; Fernando es autónomo "en horas bajas". Viven en Meco (Madrid) y quieren un cambio. "Aguantábamos porque nuestras hijas iban a una escuela pública que era modélica". Pero ahora es una víctima más de los recortes. "Una empresa de limpieza se ha hecho con la gestión del centro, que presentó el proyecto más económico".
Enfermero con destino a Noruega
En primavera, David Ríos, de 29 años, se incorporará a su nuevo puesto de trabajo en Noruega. No se va por elección propia. Dice que "ha enviado más de 1.000 currículos a empresas españolas". Sin suerte. Cada día dedica cuatro horas a aprender noruego.
Este enfermero y técnico de rayos se declara "decepcionado e insatisfecho" con la sociedad que le ha tocado. "Estudias y trabajas duro, y eso no se premia". Tras un año en el extranjero, con el inglés aprendido y nociones de sueco, pensaba que encontrar trabajo no sería complicado. El último fue de dependiente en una tienda. A sus padres, dice, no les entusiasma este viaje sin billete de vuelta. "Insisten en que haga una oposición. Ellos saben lo que es ser inmigrante, vivieron en Francia y mi padre siempre me dice que en el extranjero eres ciudadano de segunda. Y yo respondo que aquí tampoco me siento ciudadano de primera". Por si acaso, este leonés sigue atento a todas las ofertas en España. "Reniego de eso de 'como aquí, en ningún sitio', pero voy a echar de menos tantas cosas...".
Al fin del mundo
Ana Álvarez Simón, de 31 años, profesora de español en Barcelona, pondrá rumbo a Seúl en enero. Allí le esperan su pareja, Oriol, y una buena oportunidad. "Es mi trabajo ideal. Las condiciones, si las comparo con las de aquí, son de ciencia ficción".
Tuvo que consultar en el mapa la ubicación de Corea del Sur. Literalmente. Ana es profesora de español "por vocación", subraya, aunque su sentido práctico la empujó a presentarse a las pruebas para trabajar en una caja de ahorros. Las superó. "Me las planteé como un reto, porque estaba rebotada. Tuve trabajos con unas condiciones pésimas". Llegó a cobrar cinco euros la hora por sus clases y veía cómo gente sin formación le "pasaba por delante" una y otra vez. "Al principio sentía rabia, luego la asimilé y se transformó en frustración". Pero eso ya es historia; ahora está entusiasmada con su "exilio asiático". Su pareja trabaja desde el pasado verano en la Universidad de Seúl, y ella lo hará a principios de año. "Por fin voy a tener un trabajo en el que me sienta valorada".
Plan b en Panamá, Argelia o Brasil
Alberto Jiménez, zaragozano residente en Elche, se quedó en paro hace dos años. "Mi primer pensamiento fue desaparecer del mundo de la construcción". Es alicatador con un par de décadas de experiencia. "Me doy hasta junio. Si no encuentro nada, me iré a donde sea".
Su otra faceta es emprendedor: en el pasado puso en marcha un par de proyectos empresariales y ahora está inmerso en el tercero, que espera sea su tabla de salvación. "Ideas no me faltan, pero sí financiación". Por eso le ha puesto un plazo a ese "empeño". "Hasta junio. Si no consigo levantarlo, aceptaré la primera oferta que me hagan para irme al extranjero". No será la primera: le ofrecieron irse a Camerún, pero su entorno se lo desaconsejó. "Me contaron experiencias complicadas". Si su plan A no sale, el B puede llevarlo a Panamá, Argelia o Brasil, donde trabajan algunos compañeros suyos. "Me cuentan que es duro, pero...". Dice que su presente nunca se lo hubiera imaginado -"siempre me he buscado bien la vida"-, pero su futuro lo ve claro. "En cinco años me veo trabajando para mí".
Inglés, asignatura pendiente
Mariola Ferri, de 26 años, partirá a Inglaterra en cuanto pasen las Navidades. Allí trabajará en hostelería. Su gran apuesta para 2012 es el inglés."De todas las ofertas me descartan por no dominarlo". Espera que la cosa mejore para poder volver pronto a Valencia.
Mariola se debatió entre estudiar administración y dirección de empresas o magisterio, pero se decidió por la primera "porque, claramente, tenía más salidas laborales". Desde que terminó en 2009 ha encadenado prácticas en banca y marketing con trabajos "más bien precarios" de camarera y recepcionista. "Estás ahí, de pie, con tu uniforme, y piensas: ¿para qué me ha servido? Es justo lo último que te imaginabas. En cuarto de carrera pensaba en comprarme un coche, porque lo lógico era encontrar un trabajo después de las prácticas. Aún no me lo acabo de creer". Su intención es pasar, como máximo, un año en el Reino Unido. "No me gustaría estar mucho tiempo fuera, pero tampoco volveré a cualquier precio. Lo haré si la cosa mejora y hay oportunidades laborales".
Medellín-Madrid-Shanghai
Julián Baena, arquitecto colombiano de 33 años, llegó a España en 2008 después de descartar Dubai. "Y a los tres meses ya estaba aquí la crisis". Aterrizó en la urbe china a comienzos de noviembre. En diez días encontró trabajo en un buen estudio de arquitectura.
Está apurando sus últimos días en Madrid. "Vendiendo enseres, la moto, arreglando papeleos, despidiéndome de amigos". Todo se precipitó antes del verano. El estudio en el que trabajaba parecía sortear la crisis. "Tenía un piso, una moto, vivía bien y había trabajo". Hasta que, para su sorpresa, lo despidieron en junio. "Primero busqué trabajo aquí". Tuvo ofertas mileuristas. Así que decidió probar suerte en Shanghái, donde había pasado largas temporadas por la Expo. "En diez días hice ocho entrevistas". Es consciente de los pros y los contras de su aventura china. "Voy a perder calidad de vida, pero lo contrarrestaré con dinero". Se ha puesto un límite de dos años en el país asiático. ¿Y el próximo destino? "No lo sé, Río de Janeiro quizá. Aunque volvería a Madrid, sin dudarlo".
Españoles: migrantes otra vez
Se van. Entre enero y septiembre de este año, 50.521 españoles han hecho la maleta rumbo al extranjero. Son un 36,6% más que los que tomaron esa decisión en 2010 (36.967, de los que 30.418 marcharon en los tres primeros trimestres). Así se desprende de las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE). Eso ocurre en un país donde, por primera vez en los tiempos recientes, la emigración supera a la inmigración: las llegadas, boyantes antaño, se han ralentizado este año mientras cobran auge las salidas. Es la factura de la crisis económica. Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Alemania son los destinos preferidos.
Los españoles ganan terreno en las partidas. Tiene esta nacionalidad el 12,4% de las 407.214 personas que han emigrado entre enero y septiembre de este año, según las Estimaciones de Población Actual que realiza el INE —no desglosan cuántos son españoles por nacimiento y cuántos por adquisición de nacionalidad—. El ritmo de emigración general se acrecienta: las salidas de los tres primeros trimestres superan ya a todas las del año anterior (403.013), cuando el 9,2% de los emigrantes tenía pasaporte español.
Más hombres que mujeres, y sobre todo, jóvenes: esos son los que se van de España. Las estimaciones pormenorizadas de 2010 que ha difundido el INE permiten afinar el perfil de los emigrantes. Se trata de varones en mayor medida (58%), aunque en el caso de los españoles que salen la proporción es más equilibrada: 52% de varones y 48% de mujeres. “La diferencia se debe a que entre los extranjeros los hombres sufren un paro mayor que las mujeres. Las familias se fragmentan. Ellas se quedan porque conservan el empleo y ellos se van con algún hijo”, detalla el catedrático de Sociología Antonio Izquierdo, de la Universidad de A Coruña. Entre los españoles, hombres y mujeres sufren el paro casi por igual y parten en circunstancias similares.
La emigración a Alemania se ha duplicado entre enero y junio
La edad cuenta. El año pasado se registraron más de 10.000 partidas por cada cohorte de edad entre los 24 y los 36 años a nivel general. Sin embargo, en el caso de los españoles, la edad con mayores salidas se sitúa entre los 32 y los 36 años (en torno a un millar por cada grupo de edad). “Emigran los más jóvenes porque tienen mayor potencial”, señala el demógrafo Juan Antonio Fernández Cordón. “Es muy inquietante haber formado magníficamente a una población y que ahora se la mandemos a los países desarrollados”, lamenta. “Los que se van son jóvenes muy cualificados, con idiomas. Saben que lo que no hagan a los 35 años ya no lo harán”, afirma Izquierdo.
A tenor de los datos de 2010, el destino preferido es la Unión Europea: la meca del 36,5% de los emigrantes españoles. Los favoritos para instalarse son Reino Unido (4.004 españoles llegaron el año pasado) y Francia (3.561). Alemania se sitúa en tercer lugar (2.198), pero aparece como un destino en auge: en el primer semestre de 2011 ha recibido ya a 2.400 españoles (un 49% más que en mismo periodo de 2010), según las autoridades germanas. Fuera de Europa, el lugar más frecuente es EE.UU (2.988 personas), seguido de Argentina (1.995), Ecuador (1.890), Venezuela (1.798), Suiza (1.706) y Marruecos (1.113). Entre los países lejanos destacan China (emigraron 497 personas) y Australia (488).
Reino Unido, Francia y EE UU también son destinos preferentes
“En 2008, cuando empezó la crisis, afectó a los extranjeros. A partir de mayo de 2010 \[cuando el presidente Zapatero asumió el deterioro y anunció los primeros recortes\], se tomó conciencia de que afecta a los españoles y el sentimiento de estar al borde del abismo no ha hecho más que crecer”, analiza Andreu Domingo, subdirector del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona. Cree que esta salida tiene tintes de “cuestión emergente”. “Recibir mano de obra formada era el sueño del Reino Unido, Francia y Alemania cuando se firmó el tratado de Schengen, que apostaba por la movilidad intraeuropea”, plantea. “Al paro, la incertidumbre y la falta de expectativas se suman noticias de otros Gobiernos como el alemán que dicen ‘os estamos esperando”, describe Domingo, quien cree, además, en un posible “factor contagio” en la toma de esta decisión.
“Volvemos a una situación en la que la emigración es la vía para resolver el problema. Es una sangría”, observa Fernández Cordón. “El flujo migratorio sigue el ritmo de la crisis, por lo que es esperable que siga habiendo más salidas que llegadas”, pronostica Domingo. El mismo futuro pinta el INE en sus proyecciones hasta 2020. Solo para 2011 prevé 580.000 partidas y 450.000 llegada.
Fuente: El País
12.25.2011
Una vida mejor
trailer . corto- de la película con Daian Bichir sobre in trabajador indocumentado en LA. Accedan aquí
de políticas de migración por venir
copio tal cual un comentario a este video:
"
Rajoy sera racista todo lo q querláis vosotros socialistas pero en la mayoria de los Españoles pensamos igual que él, y esto es una realidad y si no mirad los resultados en las ultimas elecciones que España esta pintada de azul por los 4 costados, asi que España es racsta y a mucha honra ¡INMIGRANTES FUERA, YA¡ que ni un solo inmigrante pise suelo español mientras haya un solo español que pase hambre o no tenga trabajo.
Y quien piense replicar q lo piense dos veces porque habla contra españa."
12.21.2011
"Negro de mierda, te vamos a echar de España"
Una de las pocas organizaciones que tiene acceso al Centro de Internamiento de Aluche, la ONG jesuita Pueblos Unidos vuelve a denunciar "el trato inhumano, las agresiones, el racismo y la violación de derechos y libertades" que de manera "cotidiana" padecen las personas que acaban encerradas en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche, en Madrid.
A pesar de estar señalado desde hace años en numerosos informes de distintas ONG, de instituciones como el Defensor del Pueblo, de Naciones Unidas e incluso en una auditoría para la Unión Europea elaborada por la Red Migroeurop , como un "agujero negro del estado de derecho" las denuncias se siguen acumulando "sin que la situación apenas haya mejorado".
Marius Thom, camerunés estuvo más de 50 días encerrado en el polémico CIE de Aluche donde vio "peleas de todo tipo y hasta como un compañero argelino desesperado intentó ahorcarse por todo lo que estaba sufriendo. Solo te insultan, te humillan, te dicen de todo como negro de mierda tu vienes a robar a España , te vamos a mandar a tu país. A un chico de Mali que estaba en mi celda lo intentaron deportar 3 veces y como no pudieron, a la tercera llegó de Barajas con el cuello roto y la mano rota ". Thom ha contado su historia en la presentación del informe ''Miradas tras las rejas'' elaborado por el coordinador de Pueblos Unidos, Daniel Izuzquiza y la responsable de asuntos jurídicos en la entidad, Cristina Manzanedo; fruto de las 1.049 visitas que 16 voluntarios han realizado a 248 internos a lo largo del año, destapando hasta 173 casos de especial vulnerabilidad, como tener hijos menores de edad en España, estar embarazada, haber solicitado asilo o ser una potencial víctima de trata.
Como resultado de este cúmulo de "vulneraciones de los derechos básicos" Pueblos Unidos se ha visto obligado a presentar una media de dos denuncias mensuales por la vía penal por agresiones, torturas, trato inhumano o racismo por parte de la policía hacia los 248 internos que esta organización de jesuitas han atendido en el centro de internamiento de extranjeros de Aluche.
En el informe de esta organización se detalla que el 53 por ciento de los internos acaba siendo expulsado. Que el 80 por ciento son de origen latinoamericano o del África Subsahariana y que el 36 por ciento de los internos han sido detenidos en Madrid.
En este sentido, la organización denuncia un ingreso indiscriminado y una duración excesiva del internamiento. En total, el 60 por ciento de las personas visitadas llevaba más de 40 días en el CIE, pero sólo la mitad fueron expulsados. "La policía solicita y muchos juzgados de instrucción autorizan el internamiento de forma generalizada sin entrar a valorar las circunstancias concretas del caso", explica el informe. Izuzquiza, por su parte, plantea el por qué les internan "si saben que no les van a poder expulsar".
Según el trabajo, el 10 por ciento de estas personas había sufrido alguna "situación anómala" objeto de denuncia, lo que ha motivado que Pueblos Unidos haya interpuesto de media una queja cada quince días este año. En la actualidad, tienen cerca de 15 casos judicializados, diez de ellos por la vía penal relativas tanto a la "gestión colectiva de los castigos" en el CIE como a "lesiones" y "torturas" dentro de sus puertas o durante la deportación en el Aeropuerto de Barajas.
Sobre este asunto, Manzanedo ha explicado que a la hora de embarcar a una persona en un avión hay "una línea gris" para medir la "fuerza proporcional necesaria", pero también "hay líneas negras, como la violencia gratuita, las fracturas de huesos, los hematomas muy fuertes y visibles, los restos de sangre en la ropa" y demás indicadores que revelan "un uso desproporcionado" de la autoridad policial. "Ocurre, y somos testigos de ello, que expulsamos a la gente con más que palabras", ha añadido.
En menor medida han presentado denuncias por agresiones dentro del CIE a cargo de los funcionarios, aunque han documentado casos como el de una persona trasladada a un rincón sin cámaras y forzada mediante malos tratos hasta ceder su huella dactilar. Manzanedo ha apuntado que la mayoría de estas denuncias acaban en sobreseimiento por falta de mecanismos para aclarar si los hechos se produjeron o no.
Además, ha indicado que hay "múltiples obstáculos que impiden investigaciones eficaces" sobre las agresiones como la existencia de "puntos ciegos" sin cámaras de seguridad tanto en el CIE como en Barajas, la "imposibilidad de identificar al policía denunciado" porque, en muchos casos, no llevan visible su identificación ni facilitan a demanda el número de placa; y por la "pasividad del Ministerio Fiscal y de algunos juzgados de instrucción en el impulso de estas causas".
El Ministerio del Interior "no ha respondido a ninguna de las peticiones de entrevista ni a las cartas "enviadas por la Organización
Asimismo, el informe refiere situaciones "vejatorias" como la falta de retretes. Los internos duermen en módulos con celdas que comparten 8 personas y que no disponen de baño, por lo que deben pedir permiso a la policía para acudir, también por la noche. "Trato vejatorio es tener que orinar por la noche en un bote de plástico, vomitarte encima, orinar encaramándote a un lavabo, porque llamas por el interfono a la policía y no acude", ha añadido Manzanedo.
Pueblos Unidos exige al nuevo Gobierno que ponga fin a estas situaciones, primero, elaborando y aprobando el reglamento de regulación de los CIE que debió estar listo hace ya dos años y, después, procediendo al cierre de los centros, ya que consideran que no se puede "aplicar una política conculcando derechos fundamentales".
la nota aquí
12.09.2011
Momentos difíciles para los migrantes
Olga Pellicer
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Las aguas comienzan a moverse en las campañas para las elecciones de 2012 en Estados Unidos. Por lo pronto, las batallas se dan en los debates previos a la elección del candidato del Partido Republicano. Allí se pone en evidencia cuál es el ánimo general de ese partido, los temas prioritarios de su agenda y las posiciones hacia problemas que son de interés para México, como es la política hacia los trabajadores migratorios. Van de por medio 11 millones de mexicanos que se encuentran, la mayoría indocumentados, en Estados Unidos.
El problema de la migración no puede ser ajeno al ambiente de incertidumbre y desencanto que reina en Estados Unidos como resultado de la situación económica. El país no logra elevar los índices de crecimiento y se mantiene estancado el problema del desempleo que rebasa el 9%. El empeoramiento de la situación de las clases medias es cada día más evidente y el malestar entre quienes ya no pueden pagar sus hipotecas y aún menos mandar a sus hijos a la universidad se está generalizando. Ese es el estado de ánimo que explica movimientos que, desde la izquierda o la derecha, están expresando la crisis del american way of life. Allí están los jóvenes indignados que piden Ocupar Wall Street y las voces ultraconservadoras, listas a los reclamos irracionales, que se encuentran detrás del movimiento del Tea Party.
En los debates entre los precandidatos republicanos la migración ha ocupado un lugar importante como argumento que puede contribuir a levantar rechazos o simpatías entre las filas más conservadoras. La competencia, hasta hace poco, parecía definirse en términos de quién tomaba la posición más dura. Palabras como amnistía, que en otras épocas formó parte de las propuestas para regularizar la situación de inmigrantes indocumentados, han pasado a ocupar el lugar de un concepto esencialmente negativo, que se utiliza para descalificar a un precandidato dispuesto a justificar la violación de la ley en Estados Unidos.
Los argumentos para pedir la deportación de indocumentados (ilegales los llaman ellos) se han vuelto esencialmente jurídicos: han violado la ley, deben irse. Desde allí se camina a la petición para no otorgar educación a sus hijos, castigar a los empleadores que los utilizan, negarles cualquier servicio de salud y ver con simpatía las medidas estatales que autorizan la detención de una persona, simplemente por “parecer” un trabajador indocumentado.
Esa tendencia, que habla de la voluntad de congraciarse con la parte más conservadora del partido, ha tenido matices que se han corregido rápidamente. Tal ha sido el caso de Rick Perry, gobernador de Texas. No se le conoce por su simpatía hacia México, por lo contrario, se conoce su insistencia en pedir mayores fuerzas militares en la frontera e incluso el envío de dichas fuerzas al interior de México. Sin embargo, su conocimiento del tema de los inmigrantes en Texas lo llevó, en alguna ocasión, a calificar de personas sin corazón a quienes exigen negar educación a los hijos de inmigrantes indocumentados. Ha tenido que esforzarse para aclarar el sentido de sus palabras y no pasar por conciliador ante sus contendientes.
Más recientemente, la sorpresa la dio Newt Gingrich, un candidato que inesperadamente ha subido en las encuestas hasta ocupar el tercer lugar al momento de escribir este artículo (las encuestas varían semana a semana). Gingrich señaló que el Partido Republicano no se veía favorecido al forzar el exilio de inmigrantes que han estado en Estados Unidos durante años, han pagado impuestos y no han cometido algún delito. Aunque todos esperaban una rectificación, el hecho es que Gingrich ha mantenido su posición. Para algunos, con ello dificulta seriamente su nominación como candidato. Punteros de la actual competencia, como Mitt Romney, exgobernador de Massachusetts, se apresuró a declarar que la posición de Gingrich equivalía a una amnistía. Sin embargo, para otros, ha introducido un elemento de racionalidad en el debate que, a la larga, favorecerá al Partido Republicano.
Los últimos tienen gran parte de razón. En efecto, una vez terminada la primera etapa que es conseguir la nominación, los republicanos se verán obligados a moderar su exigencia en el tema de la inmigración por dos motivos. La primera es la importancia del voto hispano que demostró ser un elemento importante para decidir la votación a favor de Obama en algunos de los llamados “estados que oscilan”. No se debe perder de vista lo necesario que es triunfar en tales estados cuando se llega a la decisión final del colegio electoral. Para los hispanos, la política en materia de migración tiene una fuerte influencia para saber cómo orientan su voto.
De otra parte, un diagnóstico serio del papel de los inmigrantes en la economía de Estados Unidos lleva a valorar la contribución de los indocumentados, conocidos por la excelencia de su trabajo en labores intensivas de mano de obra o en su buen dominio de algunas técnicas en la recolección de frutas y legumbres o en jardinería o, en el caso de mujeres, en cuidados hospitalarios y muchos otros. Después de haber pasado una ley muy represiva contra los inmigrantes en Alabama, el estado ha resentido la pérdida de cosechas enteras que normalmente levantan, y saben cómo hacerlo, mexicanos indocumentados. Lo cierto es que a pesar de “violar la ley” los indocumentados mexicanos contribuyen bastante más a la economía de Estados Unidos de lo que quieren reconocer quienes manejan el problema desde llamados emotivos, sólo útiles para satisfacer la extrema ideologización del tema en momentos de malestar económico.
Es muy probable, entonces, que surja un discurso menos agresivo cuando la contienda no sea para atraer la ola conservadora republicana sino para derrotar a Obama. Al llegar a ese punto, la batalla puede tomar otros cauces. El presidente demócrata tiene en su haber muchas contradicciones en materia migratoria. No pudo someter al Congreso la ley que había prometido (no se daban las condiciones para ello dado el bloqueo republicano) y el hecho es que el número de deportados a México durante su administración ha sido el más alto de las últimas décadas. En efecto, se calculan en el orden de 400 mil. Estas deportaciones, el refuerzo de las medidas de control en la frontera y la caída de actividades que emplean mano de obra mexicana, como la construcción, han resultado en una reducción a prácticamente cero del número de trabajadores migrantes de México hacia Estados Unidos en el último año.
Más allá de la dinámica de las elecciones, de la reducción del crecimiento en Estados Unidos, toda la situación apunta hacia condiciones desfavorables para los migrantes mexicanos. La posibilidad de construir un acuerdo laboral que permita regular y utilizar mejor la mano de obra mexicana en Estados Unidos parece políticamente muy lejano. Su incorporación con posibilidades de empleo y remuneración digna a las zonas expulsoras de México de ninguna manera están aseguradas. La válvula de escape que siempre ha sido irse del otro lado se está cerrando. ¿Qué están pensando al respecto los políticos mexicanos? ¿Qué hacer internamente y cómo conducir el diálogo con las fuerzas que decidirán sobre el tema en Estados Unidos?