(Sobre la obra Undercover de QQ)La emigración lleva implícita fuerza de la imaginación, sean cuales sean las razones por las que se decide emigrar. El mero planteamiento implica la ensoñación del lugar del destino, y una vez allí, el recuerdo del lugar de partida. El emigrante construye a través de la información que posee y los motivos que le impulsan a realizar el viaje, un escenario en el que proyecta desenvolverse; ha de cambiar lo cotidiano, lo sabido, por lo no-rutinario, lo experimental, actitud que guarda cierta semejanza a la practicada en el arte. La construcción de ese escenario rara vez suele hacerse al margen de la televisión, el teléfono, la radio, los periódicos o internet. Pocos se tiran ya a la piscina sin oír primero las predicciones del día sobre la temperatura del agua. La ascendente comparecencia de los medios de comunicación en el día a día, de la mano de los cambios tecnológicos ocurridos en las últimas décadas juega un papel de gran importancia para los que se quedan y los que hacen planes de aventurarse. Las imágenes, narraciones y argumentos, los modelos a seguir que ofertan los medios de masas y que a menudo abarcan radios de acción internacionales, provengan estas de series de ficción, reportajes o noticiarios se establecen como recurso al que acude el individuo a la hora de pensar una nueva vida. La imaginación vuelve a ser un hecho social y colectivo, activo y secularizado; forma parte del trabajo diario de muchos. Undercover habla de estos nuevos mundos imaginarios y deja abierta la puerta a la reflexión sobre la repercusión que puedan tener en la fundación de nuevos proyectos sociales. El arte, uno de los terrenos históricamente ligados a esta práctica, como lo son los mitos y la religión, plasma ahora como se engranan sus mecanismos en otras esferas y a gran escala.
Desde hace ya unos años y de manera creciente las ciudades intentan facilitar o homogeneizar, según quien te lo cuente, ese proceso de imaginar a los foráneos, sean estos meros visitantes, agentes productores o inversores potenciales, mediante sofisticadas estrategias propias del marketing empresarial que se re-inventan para su utilización en la promoción de ciudades. La creación de marcas y su comunicación ha ido evolucionando desde la formalización de una estructura simbólica que representa un conjunto de características, al que oferta un abanico de posibilidades. Tanto las marcas de productos y compañías comerciales como las que se denominan "sin ánimo de lucro" (O.N.G.s, partidos políticos, fundaciones...) están apuntando hacia campañas en las que, mas que explicitar las cualidades del producto o servicio se enfocan en vender ideas, promesas, modos de vida. En esta última ola de construcción de imágenes corporativas, que ha desbordado con creces su sector, se trata de relacionar marcas con emociones para así lograr cuajar a un público cuyo principal elemento común es que todos son humanos. Así, se habla del carácter de tal o tal marca de coches, de la personalidad de esta u otra pasarela de moda, de la agresividad de una u otra ciudad y del carisma de su casco histórico, inoculando características propias de lo humano a lo que en un principio no lo es. Estos atributos suelen habitualmente solaparse entre sí para crear atajos, es decir, la creación de una nueva marca suele valerse de otras marcas para asimilar sus atributos. Tras la nueva marca se nombra siempre la otra y de esta manera se crea una asociación entre ambas, un concepto o imagen mental que las une con la consiguiente sinestesia que se produce entre sus cualidades. Estas traslaciones son a veces contractuales y otras no. Pongamos como ejemplo Rimmel London en la que una marca de cosméticos es asociada a la pulsión de toda una ciudad. Operaciones como la del Guggenheim Bilbao son el ejemplo contrario, en el que una ciudad se asocia a la trayectoria cultural de una Institución de prestigio internacional en lo referente a arte contemporáneo. Un indicador de la forma de globalización a la que nos encaminamos es el creciente interés de los dirigentes de ciudades, provincias y paises de generar marcas para su territorio con el fin de competir en el mercado de ciudades. Países y ciudades contratan a empresas de marketing y comunicación para crear imágenes de marca de los mismos, como en el caso de Botsuania en África, cuya Agencia de Promoción (BEDIA) ha contratado a la empresa Placebrands.net para este propósito. Estas técnicas de "branding" no son meros diseños de logotipos, suelen contraer operaciones de cambio integrales que implican a todos los departamentos, empezando por la política cultural.
Desde hace ya unos años y de manera creciente las ciudades intentan facilitar o homogeneizar, según quien te lo cuente, ese proceso de imaginar a los foráneos, sean estos meros visitantes, agentes productores o inversores potenciales, mediante sofisticadas estrategias propias del marketing empresarial que se re-inventan para su utilización en la promoción de ciudades. La creación de marcas y su comunicación ha ido evolucionando desde la formalización de una estructura simbólica que representa un conjunto de características, al que oferta un abanico de posibilidades. Tanto las marcas de productos y compañías comerciales como las que se denominan "sin ánimo de lucro" (O.N.G.s, partidos políticos, fundaciones...) están apuntando hacia campañas en las que, mas que explicitar las cualidades del producto o servicio se enfocan en vender ideas, promesas, modos de vida. En esta última ola de construcción de imágenes corporativas, que ha desbordado con creces su sector, se trata de relacionar marcas con emociones para así lograr cuajar a un público cuyo principal elemento común es que todos son humanos. Así, se habla del carácter de tal o tal marca de coches, de la personalidad de esta u otra pasarela de moda, de la agresividad de una u otra ciudad y del carisma de su casco histórico, inoculando características propias de lo humano a lo que en un principio no lo es. Estos atributos suelen habitualmente solaparse entre sí para crear atajos, es decir, la creación de una nueva marca suele valerse de otras marcas para asimilar sus atributos. Tras la nueva marca se nombra siempre la otra y de esta manera se crea una asociación entre ambas, un concepto o imagen mental que las une con la consiguiente sinestesia que se produce entre sus cualidades. Estas traslaciones son a veces contractuales y otras no. Pongamos como ejemplo Rimmel London en la que una marca de cosméticos es asociada a la pulsión de toda una ciudad. Operaciones como la del Guggenheim Bilbao son el ejemplo contrario, en el que una ciudad se asocia a la trayectoria cultural de una Institución de prestigio internacional en lo referente a arte contemporáneo. Un indicador de la forma de globalización a la que nos encaminamos es el creciente interés de los dirigentes de ciudades, provincias y paises de generar marcas para su territorio con el fin de competir en el mercado de ciudades. Países y ciudades contratan a empresas de marketing y comunicación para crear imágenes de marca de los mismos, como en el caso de Botsuania en África, cuya Agencia de Promoción (BEDIA) ha contratado a la empresa Placebrands.net para este propósito. Estas técnicas de "branding" no son meros diseños de logotipos, suelen contraer operaciones de cambio integrales que implican a todos los departamentos, empezando por la política cultural.
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