5.30.2008

las mujeres que se quedan - cambios culturales en las fiestas tradicionales indígenas

Las fiestas indígenas michoacanas, que son a un tiempo el vestigio de una supervivencia costumbrista e imán monetario por la atracción turística que representan, lucen modificaciones sustanciales al incorporar fenómenos como la migración y el nuevo rol de la mujer dentro de la comunidad tradicionalista, lo que, sin embargo, no modifica hasta el momento las bases ideológicas de la fiesta, aunque sí su número de participantes, según demuestran estudios estadísticos realizados en distintas regiones del estado.
Algunos de esos estudios están en libros de divulgación turística financiados por el gobierno del estado, como Fiestas y ceremonias tradicionales purépechas, de Lorena Ojeda Dávila, o el colectivo Viaje por sendas purépechas, en donde se da cuenta de la riqueza cultural indígena materializada en la vestimenta ceremonial, danzas colectivas, la gastronomía regional y el simbolismo que subyace en todo eso, aunque existen otras opiniones menos contemplativas que alertan sobre los efectos de la migración forzada a que obliga la insuficiencia monetaria, y que coloca a Michoacán como el principal estado exportador de mano de obra y como el que más remesas recibe por eso.

Según datos del Instituto de Atención a los Migrantes, la migración en Michoacán durante 2006 representó la pérdida de 35 mil habitantes, con un incremento sostenido de 15 por ciento que colocó a 2007 con 40 mil michoacanos menos dentro del territorio estatal , lo que se traduce en que los municipios con mayor marginación en la entidad presenten hasta 70 por ciento de separación conyugal producto de la búsqueda de mejores oportunidades económicas para el hombre, según estudios realizados por el Centro Nacional de Desarrollo Municipal.

Como repercusión directa, 131 comunidades purépechas, 14 de tradición mazahua-otomí y seis de origen náhuatl se mantienen en circunstancias precarias a 121 mil habitantes indígenas en el estado.
La reducción significativa en el número de varones de comunidades indígenas delegó en el género femenino obligaciones de índole productivo, lo que a su vez se tradujo en que las mujeres desarrollaran roles ceremoniales que estaban reservados para sus parejas. La estructura familiar indígena, caracterizada por el sistema patriarcal, presenta modificaciones ya visibles, como lo especifica Lorena Ojeda Dávila en su estudio: “en la actualidad (las mujeres purépechas) cooperan con labores que antes eran exclusivamente masculinas como la recolección de leña, la siembra y la cosecha, el pastoreo, así como el comercio aun cuando se tengan que trasladar a las cabeceras municipales y otros poblados.
“Hay quienes se atreven a hablar más, a opinar en la comunidad, buscar sus propias fuentes de ingresos (…) En las fiestas llegan a participar de su organización e incluso se les ve tomando bebidas embriagantes en grupo y ofreciéndoles a los visitantes.”

Erick Alba

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