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Manuel Delgado
El racismo ya no emplea la noción de raza. Allí donde decía “razas
inferiores” ahora dice “culturas diferentes”, a las que se jerarquiza en
función de su grado de adaptabilidad a una inexistente cultura
anfitriona. La primera exclusión de que se hace víctima al llamado
inmigrante es negarle el derecho a una distinción clara entre público y
privado. Es así que prácticas religiosas o simples gustos vestimentarios
que para los “no inmigrantes” son una cuestión privada pasan a ser
reconocidas como anomalías alarmantes que deben ser corregidas.
Eso no
quiere decir que no haya entre nosotros quienes no se adaptan a nuestros
valores de la libertad y democracia. Cierto, pero estos no son los
inmigrantes, sino quienes nos gobiernan.
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