5.18.2013

¿Debe el Estado proteger la cultura y las costumbres de los inmigrantes o deben estos adaptarse a los del país de acogida?


Manuel Delgado

El racismo ya no emplea la noción de raza. Allí donde decía “razas inferiores” ahora dice “culturas diferentes”, a las que se jerarquiza en función de su grado de adaptabilidad a una inexistente cultura anfitriona. La primera exclusión de que se hace víctima al llamado inmigrante es negarle el derecho a una distinción clara entre público y privado. Es así que prácticas religiosas o simples gustos vestimentarios que para los “no inmigrantes” son una cuestión privada pasan a ser reconocidas como anomalías alarmantes que deben ser corregidas. 
Eso no quiere decir que no haya entre nosotros quienes no se adaptan a nuestros valores de la libertad y democracia. Cierto, pero estos no son los inmigrantes, sino quienes nos gobiernan.

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