6.11.2008

Se feminiza la migración también en Argentina

Antes de la década del ’90, quienes migraban de los países limítrofes hacia Argentina eran los varones. “Muchos venían por trabajo, otros por estudio. De los profesionales varones migrantes, la mayoría se nacionalizó argentino”, relata Obeso. Pero a partir de las crisis económicas latinoamericanas de esa década, la flamante convertibilidad argentina se convirtió en un imán más que atractivo. “Quienes entonces dieron el puntapié inicial para afrontar las crisis en sus familias y en sus países fueron las mujeres. Además se decía que se conseguía más trabajo para mujeres que para hombres y entonces ellas venían primero y trabajaban muchísimo. Era un momento también muy duro con la policía que permanentemente las llevaba detenidas. A mí, por ejemplo, me detuvieron, me sacaron todo lo que tenía y me obligaron a limpiar por completo una comisaría antes de dejarme ir. Por eso cuando escucho a mujeres contar testimonios que parecen increíbles yo inmediatamente los creo y me duelen mucho porque yo sé lo que significa pasarla muy mal.”

La idea, insiste Obeso, no es la de asociar a las migrantes con la imagen de la víctima. “Cuando a la migración se la victimiza no se está valorando el trabajo fuerte que hacemos. Hablamos de feminización de la migración para hablar también de esa fuerza: muchas migrantes son madres de familia e incluso jefas del hogar que se animan a viajar, a dejar a sus hijos a cargo de familiares, para encarar algo mejor. Todo ese desarraigo, por supuesto, es muy difícil. Muchas forman nuevas familias aquí. Y los maridos que ellas dejaron allá también lo hacen, aunque muchas veces sin avisarles y con el dinero que ellas les siguen enviando desde acá.”

Ese trabajo propiamente femenino que encuentran las migrantes en Argentina se encarna en cifras concretas: el 80% de las mujeres trabajadoras del hogar en el país son migrantes externas e internas. Por eso un proyecto entre manos de Amumra es formar el sindicato de trabajadoras del hogar (Obeso se resiste a llamarlas “empleadas domésticas” porque –argumenta– “no se encargan de domesticar a nadie”): “Hay una falta de derechos muy grande en este rubro: muchas mujeres migrantes trabajan de una manera casi esclava. La explotación laboral es enorme y nosotras tomamos conciencia de esto cada día. Por ejemplo, llegó hace poco a la organización el caso de una mujer que había trabajado dieciocho años acá en Argentina y falleció, dejó varios hijos y su familia no pudo reclamar absolutamente nada. Imaginate: dejan toda su vida y toda su fuerza de trabajo y luego no tienen ni el reconocimiento de una pequeña jubilación”.

continuará...

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