4.26.2008

Nueva geografía de zonas expulsoras a EU

El endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos reporta ya los primeros efectos en el número de mexicanos indocumentados repatriados. En 2005 –última cifra disponible– la Patrulla Fronteriza devolvió a 479 mil 368 migrantes, mano de obra joven, con bajo grado de escolaridad que, en su mayoría, tenían en México algún empleo pero mal remunerado. Durante la presentación de la Encuesta Sobre Migración 2005, representantes de dependencias públicas e instituciones académicas involucradas en este tema destacaron, además, que las entidades del sur y el sureste aportan ahora el mayor número de migrantes: cuatro de cada 10 son originarios de esas regiones.

Elena Zúñiga, secretaria general del Consejo Nacional de Población (Conapo), alertó que el mayor control fronterizo por parte del gobierno de Estados Unidos y la disminución de redes sociales de los migrantes (familiares o amigos que los apoyen en su travesía) ha provocado una situación de extrema peligrosidad para indocumentados. En ese contexto, la utilización de los servicios de polleros se triplicó en los pasados 12 años, pues 15 por ciento de los indocumentados recurría en 1995 a esta vía para cruzar la frontera norte, mientras en 2007 lo hizo casi 50 por ciento, situación que revela la “elevada peligrosidad” con que ocurren esos desplazamientos. La funcionaria resumió el resultado de la encuesta: los migrantes se encuentran en un estado de mayor vulnerabilidad, al tiempo que sigue prosperando el negocio del tráfico de personas, el cual ha sabido beneficiarse del control fronterizo impuesto por la política estadunidense.

Es decir, si bien el mayor control policial en los puntos tradicionales de ingreso a Estados Unidos no ha conseguido detener la afluencia de indocumentados que cruzan por tierra en busca de un empleo mejor remunerado, sí ha propiciado que se desplacen a puntos de cruce de mayor riesgo y costo. Las cifras sustentan lo anterior: en 1995, el flujo de migrantes laborales indocumentados era de 217 mil y hasta el año pasado la cifra rondaba 780 mil; no obstante, en la actualidad cuatro de cada 10 se internaron en territorio estadunidense por el desierto de Sonora, la región más inhóspita de toda la frontera.

Hace 12 años, la mitad del flujo migratorio pasaba a Estados Unidos desde algún punto de Tijuana, pero ahora ese porcentaje lo hace por territorio sonorense (desierto), lo cual ha provocado una muerte al día, en promedio. Ante las medidas restrictivas impuestas recientemente por el gobierno de George W. Bush, los connacionales regresan básicamente por orden de las autoridades estadunidenses. En 1995, 17 por ciento de los retornos era por esa causa, pero en 2007 el nivel ascendió a 47 por ciento. La diferencia de ingresos promedio entre los trabajadores de ambos países es abismal: 14 contra dos veces el salario mínimo vigente, rango que se ha recrudecido al paso de los años. La encuesta también revela que existe una nueva geografía de las zonas expulsoras del país. En el pasado eran punteros Michoacán, Guanajuato y Jalisco, pero actualmente ese fenómeno ocurre en casi todo el territorio nacional, con énfasis en Chiapas. Antes, 41 por ciento de los migrantes iban y venían de Estados Unidos a México (dinámica circular) y ahora 84 por ciento son personas que se aventuran por primera vez a cruzar la frontera, aun cuando no tengan amigos o familiares en “el otro lado”. En los 12 años pasados, el porcentaje de migrantes que contaba con familiares y amigos en Estados Unidos cayó de 43 a 7 por ciento.

Las estadísticas en referencia fueron presentadas ayer durante el segundo seminario para plantear los resultados de las encuestas sobre migración en las frontera norte y Guatemala-México, al tiempo que se preparan, una vez más, nuevas cumbres de mandatarios de la región para buscar un programa integral que atienda este fenómeno, como la del mecanismo de diálogo de Tuxtla (a realizarse en Tabasco en junio próximo). La encuesta referida –difundida periódicamente desde hace 14 años– fue elaborada por especialistas de las secretarías de Gobernación, Relaciones Exteriores y Trabajo y Previsión Social, así como personal del Instituto Nacional de Migración (INM), Conapo y El Colegio de la Frontera Norte.

No obstante, los compiladores de la encuesta reconocen que el tramo todavía es largo para tener datos específicos de diversos indicadores del fenómeno migratorio.

Fabiola Martínez, para la Jornada

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